Las formas más bellas del ser humano radican en la imperfección de su naturaleza. He de ahí que surgen las afirmaciones que niegan, y las negaciones que afirman. Las contradicciones necesarias para desarrollarnos y para evolucionar. Sin embargo el hombre busca, o por lo menos lo intenta, encontrar un sentido lógico a lo que hace y piensa. Ahí es donde comenzamos a filosofar.
El ser humano hace y dice cosas que son opuestas entre ellas, e incluso en esta afirmación vemos la contradicción al momento de incluir a todas las cosas. Buscamos ser objetivos, sin embargo nuestra naturaleza no lo es, ya que somos sujetos y no objetos. Desde los refranes y dichos populares que nos enriquecen culturalmente, hasta el la ciencia más compleja la cuál solo expertos la pueden descifrar, encontramos un cúmulo de contraposiciones.
No soy la primera persona que ha pensado en esto. En el año 500 antes de nuestra era, ya había gente pensando en ello. Platón y Aristóteles ya habían cuestionado esta situación, dejaron tomos y tomos de análisis filosófico que buscan respuestas y que mucha gente desarrolla cada vez más y sin embargo nunca meteremos la mano al mismo río.
Para el diccionario soviético de filosofía la contradicción es una categoría de la dialéctica la cual “es la fuente interna de todo movimiento, raíz de la vitalidad, el principio del desarrollo. “...La dialéctica es el estudio de la contradicción en la esencia misma de los objetos...”(V. I. Lenin, t. XXXVIII, página. 249).
El encontrar la forma correcta e incluso el medio adecuado para la verdad no está sino en el sujeto que lo afirma, y el lograr la objetividad es completamente una tarea innecesaria ya que finalmente jamás la alcanzaremos solo por la raíz de nuestra naturaleza.
La confusión aumenta y con ello las contradicciones por lo que al final, vivimos de, con y para ellas, aún cuando no encontremos sentido lógico o plena aclaración de nuestra confusión.
Al estar viviendo en confusión se nos obliga a buscar respuestas que nunca llegaran, pero nos harán superarnos y evolucionar como especie. Y si la teoría de la evolución de Darwin es verdadera, el ser humano sigue con su evolución constante aún con toda su confusión, contradicciones y deseo de objetividad que naturalmente no podremos alcanzar pero que aspiramos a ella.
So. Zan
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