Son las 6:39 y te dispones a ingresar por la puerta de entrada de tu nuevo empleo. Estás llegando 11 minutos antes de las 7:00 am, tu hora de entrada, y, a pesar de llegar puntualmente, sientes un poco de inquietud al desconocer cómo será tu primer día de trabajo. Aún así encuentras emocionante llegar a una oficina donde te relacionarás con nuevos compañeros de trabajo y un nuevo jefe. Desconoces cómo serán estas personas pero no te preocupas; sientes seguridad de tus métodos de trabajo, capacidades de liderazgo y confías en que todo irá bien. Entras por la puerta, sonríes y dices “Buenos días” a aquellos compañeros que ya han llegado. Por su parte, la respuesta es fría y políticamente correcta. El resto del día no fue diferente. Descubriste que nadie se interesaba por trabajar en equipo, que no se molestaban en hablar entre sí, que le hacían la barba al jefe para burlarlo y salirse con la suya momentáneamente y que los resultados del equipo de trabajo no eran ni medianamente de calidad. No está de más añadir que sólo una persona se presentó contigo por iniciativa propia, mientras los demás murmuraron un “mucho gusto” y te ignoraron posando sus ojos sobre la pantalla del ordenador. Al final de la jornada te despides de todos y en el camino a casa piensas en lo que pasó en la oficina.
La anécdota anterior no es para nada fortuita en la vida laboral de jóvenes y adultos, sin embargo no tiene por qué ser así todo el tiempo. Ante este tipo de escenarios las personas deben de permanecer calmadas y prepararse para superar la situación con una actitud proactiva. Lamentarse o desarrollar animadversión por personas grises que no tienen la menor idea de trabajar en equipo u ofrecer resultados de calidad al jefe y a la comunidad que recibe el servicio de la empresa empleadora en cuestión, no es razón para dejar el entusiasmo, la creatividad y la responsabilidad de sacar adelante el trabajo pase lo que pase.
La anécdota anterior no es para nada fortuita en la vida laboral de jóvenes y adultos, sin embargo no tiene por qué ser así todo el tiempo. Ante este tipo de escenarios las personas deben de permanecer calmadas y prepararse para superar la situación con una actitud proactiva. Lamentarse o desarrollar animadversión por personas grises que no tienen la menor idea de trabajar en equipo u ofrecer resultados de calidad al jefe y a la comunidad que recibe el servicio de la empresa empleadora en cuestión, no es razón para dejar el entusiasmo, la creatividad y la responsabilidad de sacar adelante el trabajo pase lo que pase.
A continuación unos simples pasos que facilitarán la convivencia efectiva en el empleo:
El primer paso es mantener una actitud positiva ante este tipo de situaciones. Las personas se sienten a menudo más seguras al lado de quienes no ocupan su tiempo en lamentar o criticar lo que pasa a su alrededor. Tener la capacidad de ver las cosas como son y además buscarle un enfoque positivo a las cuestiones que se presenten propiciará mejores resultados.
Cultivar las capacidades personales y de otros es el segundo paso. Todos, sin excepción, tenemos habilidades en las que somos muy buenos. Si llegamos a perfeccionar estas habilidades, podremos hacer pleno uso de ellas en un futuro y posteriormente pasar a perfeccionar otras más. Llegado el momento en que nos sintamos confiados con los resultados podemos exhortar a aquellos que nos rodean a hacer lo mismo. Cada vez que ayudamos a otros, nos estamos ayudando a nosotros mismos y esto en el ámbito de trabajo es muy importante.
El tercer paso es rodearnos de personas proactivas. A lo largo de nuestra vida conoceremos a muchas personas pero, aceptémoslo, no todas las relaciones que tengamos con otros serán realmente de provecho. Yo propongo clasificar mentalmente a los compañeros de trabajo. Una vez hecho esto, frecuentar aquellos grupos que nos puedan aportar algo de utilidad y, ¿por qué no?, de inspirarnos para ser mejores personas cada día. Habiendo reconocido la diferencia entre aquellos compañeros de trabajo que sean elementos positivos y los que no lo sean, será más fácil abordarlos y desarrollar un vínculo adecuado a nuestras necesidades y gustos.
El cuarto y último paso es jamás ceder a pensamientos presuntuosos sobre nuestro desempeño laboral. Una vez que tenemos identificado al grupo de personas con quien nos conviene relacionarnos más a fondo en la oficina, todo será un poquitín más fácil de sobrellevar; organizar juntas, conseguir citas con jefes de otros departamentos, preparar presentaciones de gran atractivo, e infinidad de situaciones mas. El punto aquí es que gran parte de los logros que las personas consiguen dentro de la oficina son gracias al trabajo en equipo. Las personas merecen ser tratadas con respeto, consideración y ser felicitadas por aquellas tareas que realizaron y reportaron grandes resultados. Con estos cuatro sencillos consejos la dinámica dentro de la oficina puede progresar en la medida en que sean aplicados. ¡Recordemos que nunca es tarde para mejorar nuestra actitud!
Cultivar las capacidades personales y de otros es el segundo paso. Todos, sin excepción, tenemos habilidades en las que somos muy buenos. Si llegamos a perfeccionar estas habilidades, podremos hacer pleno uso de ellas en un futuro y posteriormente pasar a perfeccionar otras más. Llegado el momento en que nos sintamos confiados con los resultados podemos exhortar a aquellos que nos rodean a hacer lo mismo. Cada vez que ayudamos a otros, nos estamos ayudando a nosotros mismos y esto en el ámbito de trabajo es muy importante.
El tercer paso es rodearnos de personas proactivas. A lo largo de nuestra vida conoceremos a muchas personas pero, aceptémoslo, no todas las relaciones que tengamos con otros serán realmente de provecho. Yo propongo clasificar mentalmente a los compañeros de trabajo. Una vez hecho esto, frecuentar aquellos grupos que nos puedan aportar algo de utilidad y, ¿por qué no?, de inspirarnos para ser mejores personas cada día. Habiendo reconocido la diferencia entre aquellos compañeros de trabajo que sean elementos positivos y los que no lo sean, será más fácil abordarlos y desarrollar un vínculo adecuado a nuestras necesidades y gustos.
El cuarto y último paso es jamás ceder a pensamientos presuntuosos sobre nuestro desempeño laboral. Una vez que tenemos identificado al grupo de personas con quien nos conviene relacionarnos más a fondo en la oficina, todo será un poquitín más fácil de sobrellevar; organizar juntas, conseguir citas con jefes de otros departamentos, preparar presentaciones de gran atractivo, e infinidad de situaciones mas. El punto aquí es que gran parte de los logros que las personas consiguen dentro de la oficina son gracias al trabajo en equipo. Las personas merecen ser tratadas con respeto, consideración y ser felicitadas por aquellas tareas que realizaron y reportaron grandes resultados. Con estos cuatro sencillos consejos la dinámica dentro de la oficina puede progresar en la medida en que sean aplicados. ¡Recordemos que nunca es tarde para mejorar nuestra actitud!
Posters By Mail, Inc. Teamwork - Skydivers. Consultado del sitio web http://www.posters.com el 08 de Julio 2009
A. Zan
O le pueden hacer como yo. Cuando van a chambear, hagan su chamba, reciban su lana y punto. Si resulta que en la chamba se puede hacer amigos y cotorrear y divertirse, ps mejor, pero si no, hagan su chamba, reciban su lana y punto.
ResponderEliminarO cambiense de trabajo.